viernes, 24 de febrero de 2012

Textos recalentados

Recientemente he estado publicando de nuevo textos que publiqué en el pasado… No, no significa que se me haya terminado la inspiración. Solo pasa que retiré muchos de mis textos del blog para recopilarlos en una colección que se llamará "Lunetas para la muina", y que publicaré en Kindle.

Pero estos pocos textos "recalentados" los he puesto por motivos sentimentales o para contribuir con otros proyectos.

Quizá les interesaba saberlo…

D

domingo, 19 de febrero de 2012

Predícame la despedida

… para algún abuelo


La singular compañía en algún momento; lo único que importaba: fuiste amistad y familia hasta que el mundo se tornó en esquirlas. A veces, el deseo realizado de que estuvieses presente de nuevo —negando lontananza— pareciera apenas a la distancia de un ensueño. Así también el anhelo de esa voz que, con certeza, no se escuchará más.

Pero magras quimeras de retornos no me han de impulsar a realizar todo de lo que me creíste capaz.

Campanas que doblan; ángeles con gestos de mármol; frialdad monumental; concomitancia errada: fuiste gentil y afectuoso. Días colmados de querellarse contra las lágrimas, ¿que nunca muere el pasado?

Que otra vez estuvieras aquí, fugaz, siquiera, aún con la plena conciencia del adiós puntualizando cada frase… Ensayar perdones, lograr la hazaña de la vida; me darías fortaleza para intentarlo.

Ninguna evocación más, nada de llanto a escondidas: que descienda la ceguera sobre los años perdidos… Predícame la despedida.

D

viernes, 17 de febrero de 2012

Despertando (que es gerundio)

Despertando (que es gerundio)
Abriendo los ojos y desperezándose incómodo por la pesadez de malos sueños llenos de persecución y piernas impotentes, dándose cuenta de inmediato de que todo era igual pero diferente, se tardó unos segundos en aceptar lo que veía. O, mejor dicho, lo que no veía pero debería haber visto: El mundo.

Alrededor, y de una manera tan insistente que no podía distinguir con precisión el fin de su entorno y el comienzo de sí mismo, había un vacío total. Era una nulidad luminosa, que su mente de inmediato reconoció como una falta total de todo, hasta de obscuridad. Una diafanidad que se extendía hasta adentro de sus ideas.

Pero, una vez aclimatado a esa falta de todo, desconcertante en su totalidad, reconoció que no era homogénea sino que tenía una concentración de algo, una eclosión de un punto de solidez que aparentaba estar enfrente, a un lado, al otro, arriba, abajo, detrás, debajo y por encima, todo al mismo tiempo, sin que pareciera disparatada la idea de encontrarlo precisamente allí.

Era la imagen de un punto, si se pudiera imaginar un algo sin espesor, grosor ni altura. Era un sitio en la nada que evitaba detalles y pareciera definirse por su falta de ausencia. Y, al intentar alcanzarlo (¿pero alcanzarlo cómo, sin miembros o cuerpo, siendo tan solo una idea de sí mismo?), sintió (quizá) un tirón violento a lo que hubiera sido su escroto, una sensación de ráfaga repentina, un estrechamiento y presión dolorosos…

Despertando, abriendo los ojos y desperezándose incómodo por la pesadez de malos sueños olvidados, dándose cuenta de inmediato de que todo era igual pero diferente, se tardó unos segundos en aceptar lo que veía: El mundo.

D




Mil disculpas a Nozick, Nietzsche, Barkley, Kant, Descartes, Baudrillard, Kierkegaard y Wittgenstein, entre muchos otros. Y a mi perra, por tener que oirme declamar este cuento una vez tras otra.

martes, 14 de febrero de 2012

Man doth protest overmuch, methinks

To my wife, for Valentine's

The rose is red, the violet's blue,
The honey's sweet, and so are you…

Such bromide, inane, tiresome pap
Only uttered by those most apt
To be labeled deficient or
A bore,
—Can only be pronounced
With a straight face and a true heart
By those who have not experienced
Much of life, all it's welts and warts.
As for me, too long in the tooth
and at times my soul in squalor,
I can only attest that, yea, true,
Indeed, such flowers, such colors,
And I am nothing without you.

D

viernes, 10 de febrero de 2012

"Llámame", sí, cómo no…

Bueno, pues resulta que ahora tengo un número telefónico nuevo, aparte del móvil, y el servicio es a través de Google Voice. No sabía cómo hacerlo funcionar hasta hace un momento, y entonces he puesto un gadget aquí, en el blog, para que me puedan llamar por teléfono gratis (mientras sea llamada en los EE.UU.; supongo que les cobran la larga distancia a ustedes si me llaman de otro país, sorry!).

Cuando esté conectado a la Internet en mi casa intentaré estar al pendiente de este número, a ver si de vez en cuando "chateamos" de voz.

Saludos,
D

martes, 7 de febrero de 2012

"El legado", de Blanca Miosi

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Apenas el fin de semana pasado terminé de leer este libro, El legado, de la famosa autora Blanca Miosi.

Es un libro de ficción histórica que hace muy buen uso de todos los huecos y brechas que existen entre los hechos históricos de los conocidos personajes que aparecen allí. Claro, no existen próceres ni monstruos en el mundo que se les haya documentado cada instante de su vida… Entonces, la autora entreteje la trama allí, en esos nichos posibles, y dota a la fantasía que nos relata de un posible aire de realidad.

Pero más que la posible factibilidad de los hechos relatados en la novela, lo que logra dotarlo de ese dejo a memoria olvidada es la abundante evidencia de que los protagonistas tan solo eran humanos (y se podría decir esto, en especial, de los antagonistas). Es la coherencia de su proceder, y sobre todo la de sus flaquezas y debilidades, la que nos permite imaginar que los personajes que conocemos dentro de las páginas alguna vez caminaron en nuestro mundo.

Dos cosas en particular me parecieron notables en esta novela.

La primera es que hay un vaticinio que agobia a cada uno de los protagonistas y antagonistas, mas no obstante nunca se menciona ni completo ni en su contexto. Es decir, no existe escena alguna donde aparezca articulado por su oráculo, o donde se explique cómo o qué condujo a su pronunciamiento. Eso me trajo gratos recuerdos de otros autores que han usado el mismo dispositivo para crear una coherencia interna y dotar al mundo que han creado con su pluma de sus propia vida secreta, que al final y al cabo es tal y como sucede en el mundo real. Entre otros, Frank Herbert, Bruce Sterling y David Wingrove han hecho lo mismo.

La segunda es el desenlace de la novela, que no voy a mencionar con detalles aquí, pero que me demuestra que la autora todavía tiene confianza en sus lectores, y les ofrece ese final como un obsequio, como diciendo «hasta aquí llegó mi pluma, lo demás corre por su cuenta».

Hay algunos detalles que me parecieron desafortunados, pero no lograron disminuir casi nada la placentera experiencia de haber leído el libro. Por ejemplo, existen algunas erratas, pero me atrevo a pensar que solo existen en la versión Kindle. También, hay dos o tres ocasiones en las que, sin requerirlo la trama, el registro del lenguaje usado cambia notablemente y solo por dos o tres oraciones.

En resumen, es un libro que recomiendo leer a todo el que disfrute de dejar volar la imaginación y preguntarse de vez en cuando: «¿qué pasaría si tal o cual cosa hubiera sucedido de esta otra manera…?»

D

jueves, 2 de febrero de 2012

Zombicalipsis (para Pepsi, porque sí)

Jiang Shi Pérez comenzó hoy a sospechar que había fracasado de manera total y espectacular en el acto de morir en definitiva…

Cada día despertaba a la misma hora después de haber dormido mal y poco cada noche, y de haber soñado las mismas pesadillas amorfas e insondables. Después de levantarse, se cepillaba los dientes y se enjuagaba las legañas antes de evacuar cada mañana. Se desayunaba una taza de café con una rebanada de pan tostado sin mantequilla, y entre mordisqueo y sorbo posaba sin interés la vista en las noticias del periódico, que le informaban las mismas noticias que ayer o antier, aunque con distintas letras: política y crimen, guerra e injusticia. Por costumbre completaba el crucigrama, y le parecía haber escrito las mismas palabras pero en otro orden el día anterior, o algún otro día o quizá hoy mismo…

Camino al trabajo se topaba con los mismos embotellamientos de tráfico en las intersecciones habituales, y se aparcaba en el mismo espacio en el estacionamiento. Saludaba con timidez a la recepcionista, y de pasada revisaba de reojo si la minifalda de ella seguía perdiendo su lucha heróica por cubrir siquiera otro centímetro cuadrado de muslo. En su cubículo, se pasaba gran parte del día realizando las mismas faenas que ayer o antier o cualquier otro día. En sus ires y venires a la cafetera y al garrafón del agua entablaba el mismo ritual de siempre, que se hacía pasar por conversación: esperaba con paciencia a que la otra persona terminara de hablar para que él pudiera decir lo que tenía en mente, aunque no siempre encajara bien lo dicho por uno con lo del otro.

Ya de regreso a su casa, miraba absorto las telenovelas que su señora esposa escogía ver toda la tarde, mientras él era la mente de un perro persiguiendo su propio rabo. La cena preparada aprisa, entre anuncios comerciales, a veces le dejaba algún mal sabor en la boca, pero no recordaba cuándo. Cuando se sometía al acto sexual, que por infrecuente debería ser memorable, apenas si le aceleraba el pulso durante los pocos minutos que duraba…

Jiang Shi Pérez comenzó hoy a sospechar que en algún momento de su vida, cuando todavía la vista le pintaba el mundo con colores vivos en la mente y el resto de los sentidos eran llamarada, cuando la esperanza era algo más que meras cuatro sílabas, cuando la inmediatez de los sueños estaba todavía a menos de un palmo de distancia, él murió. Pero no en definitiva. Fue casi completamente muerto total integral global, pero no mucho, o no tanto que no lo notara. Y esa situación postvida, o de necropsia pública, o de discapacidad vigorosa, lo dejó inerme ante cualquier negromante de pacotilla: cualquier gobierno, cualquier corporación, cualquier mujer…

Al siguiente día, Jiang Shi Pérez despertó a la misma hora después de haber dormido mal y poco en la noche.

D

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