lunes, 28 de junio de 2010

Prosofagia, volumen VIII

Así es: ya salió la octava edición de Prosofagia, y de nuevo corrí con la suerte de que me publicaran un artículo. Quisiera pensar que los lectores de mi blog gozan de buena salud, pero recuerden que sigo contratando ninjas de medianoche para "animar" a que todos lean la revista "por las buenas"…

Conste.


    Revista Literaria Prosofagia Nº 8 Junio 2010



PD – ¡Oh, cielos! Pero me olvidaba de mencionarles que Blanquita (la famosísima autora Blanca Miosi) me entrevistó para este ejemplar. O sea, más les vale que sí lean este ejemplar, he dicho.

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sábado, 26 de junio de 2010

Anuncio importante



... donde realmente no digo nada interesante, excepto que ya no voy a grabar la serie "Worst Word Guru". Así es: va a cambiar el formato de este canal por completo.


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viernes, 4 de junio de 2010

Qué curioso

Bueno, pues no había comentado lo siguiente, supongo que por estar esperando a que se me pasara el elemento emocional…

Resulta que mi incursión en los foros literarios inició cuando recibí la invitación de una antigua compañera del foro académico de idiomas, en WordReference.com, a participar en un foro o taller literario exclusivo, donde la membresía era por invitación personal del administrador solamente.

Claro, con mi ego propiamente inflado procedí a participar en ese foro. A pesar de que era un medio ambiente de bastantes enfrentamientos y donde parecía que casi todos eramos adversarios, yo opino que el nivel literario de las contribuciones era bastante bueno. Al menos en mi caso personal me sirvió para aprender muchísimas cosas sobre la escribida.

Después, poco a poco, los miembros se fueron esparciendo hacia los cuatro vientos, incluyendo hasta al administrador.

El foro quedó a la deriva, abandonado y paralítico. Así estuvo por largos meses, si no es que hasta años, hasta que recientemente el host del foro decidió cerrar la cuenta por inactividad.

Qué curioso, que me haya afectado tanto ese suceso. Es decir, no fue nada inesperado. Además tenía mucho tiempo que yo también había abandonado ese foro con todo y mis textos (o sea, borré todas mis contribuciones). En fin, que hasta creo que me deprimió un poco. No he leído ni un libro en muchas semanas. No he escrito nada nuevo que valga la pena (o sea, sin contar algunas babosadas que publiqué en el foro Prosófagos recientemente). No he grabado vídeos nuevos para mi canal de YouTube. No he ido a trolear a los foros que habitualmente hacía antes. Ni siquiera he tocado música en mucho tiempo.

Qué curioso, que le haya tenido tanto afecto a un foro donde nos mentábamos la madre cada rato.

Bueno, ni modo… Adiós, foro Aristas, que quizá sea el único tarado que te extrañe. Adiós.

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martes, 1 de junio de 2010

Sobre la albañilería

Sobre la albañilería
  
A modo de presentación de esta nueva sección, quiero charlar un rato con ustedes sobre el idioma español en general antes de adentrarnos en cualquier contemplación esotérica y sesuda sobre los pormenores del lenguaje. También quiero presentarles mi opinión sobre cuán necesario es que todo aquel que escriba, ya sea por pura edificación personal o por motivos laborales, adquiera soltura en el manejo de la gramática.
  
En el presente, y si pudiéramos confiarnos de los datos obtenidos en la Internet, el español es el segundo idioma más hablado de manera nativa, después del mandarín. Más de 400 millones de personas hablan español en este mundo, con más de 350 millones de ellas hablándolo como lengua madre. Algo bastante peculiar sobre este idioma es que el mayor número de hablantes no se encuentra en el país de origen. En este caso, España no es ni el segundo país con el mayor número de hispanohablantes. México y —por increíble que parezca— los EE.UU. son el primer y segundo países con el mayor número, respectivamente. Es más: España ni siquiera tiene el mayor porcentaje de hablantes nativos. El Salvador cuenta con 99.7 % de hablantes nativos, en contraste al 98.8 % de España. En mi humilde opinión, esto debería conducirnos a meditar en la necesidad de tener una gramática normalizada o estándar que pueda unificar a este diverso grupo multinacional de hablantes, para evitar que los regionalismos inevitables creen cismas insuperables.  

En esta época de comunicación a través de la virtualidad es necesario, más que nunca, reconocer y reconciliar todas esas pequeñas y grandes diferencias que surgen durante el uso cotidiano del idioma. En mi caso en particular, porque soy intérprete médico de inglés a español, al principio tuve que aprender a identificar e incorporar muchos regionalismos al hablar en ambos idiomas. Para poder averiguar si tal o cual cosa eran correctas o aceptables, me adentré en la virtualidad de los foros y la blogósfera, y allí fue donde me enteré cuán truncado e inepto era mi conocimiento de ambos idiomas, pero sobre todo del español. Lo que consideraba correcto a fuerza de usarlo a diario, a veces resultaba hasta insultante en su deficiencia ante las normas del idioma. 

Pero también me encontré  con un raro fenómeno: tribus completas de personas clamando a grandes voces que sea el artista quien cree y el jornalero quien refine; que el primero tenga comunión exclusiva con la musa mientras que al otro se le remunere para realizar la humilde tarea de implantar tildes y podar tropos despeinados. Supongo que a estas personas podríamos remitirlos a esa escena durante el siglo XV, cuando compareció Elio Antonio de Nebrija ante la Reina Isabel de Castilla para presentar su Gramática de la lengua castellana 

—¿Para qué querría yo un trabajo como este, si ya conozco la lengua? —preguntó Isabel, desdeñosa.
—Su Alteza, la lengua es el instrumento del Imperio —respondió Elio, gallardo.  

En nuestro caso, la lengua es el instrumento de nuestro arte.  

Entonces, henos aquí, dispuestos a plasmar nuestras imaginaciones y hasta nuestros corazones en letras. Al escritor novato, y hasta al consagrado, exhorto a familiarizarse y adoptar el uso de las normas del lenguaje. Dirán, quizá, que al fin y al cabo solo se trata de castillos en el aire. Pero permítanme rebatirles que hasta estas mansiones imaginarias necesitan buenos cimientos. Parafraseando el viejo refrán, insisto que la genialidad literaria consta del 1 % de inspiración y del 99 % de sudoración. La erección de magníficas obras arquitectónicas requiere grandes esfuerzos de parte de quien coloca cada ladrillo en su sitio correcto. 

Compañero escritor, sea buen albañil.  

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Tema disponible en la Revista literaria Prosofagia, vol. 7

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